Se trata del suplicio de Prometeo desde que lo encadenan
hasta que el águila devora su vientre.
Empieza la acción cuando Hefesto es encargado de encadenarlo
a una montaña con cadenas irrompibles, Fuerza y Violencia que vienen a ser dos
dioses simbólicos lo exhortan a hacerlo sufrir y molestan a Prometeo. Éste se
lamenta pero no se arrepiente de sus actos, califica a Zeus como cruel por no
permitirles a los humanos vivir en la luz sino por siempre en las tinieblas
peor que animales, por eso trató de robar el fuego y lo logró para ellos. Luego
que Hefesto termina aunque con pena su trabajo viene Océano, dios marino a
rogarle a Prometeo que desista de su actitud y que se arrepienta y pida
disculpas a Zeus por sus actos, pero Prometeo leal y valiente orgullosamente
habla con él y le pide que se retire pues si Zeus lo ve puede enojarse también
con Océano. Luego hace su aparición Io, hija de Ínaco, una joven doncella que
huye de las cóleras de Hera pues Zeus se había enamorado perdidamente de ella.
Con ésta Prometeo nos muestra sus dones de adivino, pues es muy sabio; le
cuenta lo que sabe de ella, sus infortunios y le dice lo que le espera, su
viaje fuera de Europa hacia Asia, su descendencia y lo que sucederá a sus
generaciones. También predice allí que la tercera generación de su descendencia
(de Io), engendrará al hombre que lo liberará (se refiere a Heracles o
Hércules). Tras esto Io se va asustada.
Viene Hermes para intimidar más a Prometeo, pero éste muy
orgulloso no se humilla y al contrario grita a los cuatro vientos, que sólo él,
Prometeo, conoce algo que Zeus no sabe, y que hará que Zeus pierda el poder y
sea destronado. ¡Es una gran revelación!, y Zeus molesto por esto hace caer más
truenos sobre él hiriéndolo. Es cierto, el secreto que Prometeo conoce, pero que
no se menciona explícitamente es el siguiente: El hijo de Zeus y Tetis va a ser
más poderoso que el mismísimo Zeus y lo destronará, por ello entendemos que
Zeus nunca tuvo relación con Tetis a pesar de sentirse muy enamorado por ella,
se supone que luego Prometeo le reveló este secreto. Pero para fines de la
obra, Hermes le anuncia que por su insolencia un águila vendrá todos los días a
comer su hígado, pues se le reconstruirá durante la noche, por los siglos de
los siglos.